Actualizado 07 Abril 2016 - 01:00 h.
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El archivo común de los juzgados acumula más de 127.000 expedientes quintana
Ley y orden. En realidad, no se puede tener una cosa sin otra. Por eso cuando Dolores Lestón camina por los estrechos pasillos del archivo la de los juzgados coruñeses, lo hace con la satisfacción del deber cumplido. Al llegar, en 2013, los legajos de papeles se amontonaban al lado de las cajas que contenían los archivos de los casos, de cualquier manera, y fue necesario emplearse a fondo para conseguir imponer un poco de orden en todo ese caos. “Estamos muy contentas, la auxiliar y yo, porque tenemos un archivo bien organizado que hasta hace poco no existía siquiera”, reconoce Lestón.
Ahora son cerca de 127.515 expedientes ordenados meticulosamente en novecientas cajas, fácilmente localizables y accesibles y tienen espacio para cinco años más de expedientes judiciales. El problema era que, hasta hace poco, la figura del archivista no existía en el mundo judicial. Nadie, en una profesión que genera toneladas de documentos, parecía haberse dado cuenta de lo práctico que sería contar con gente experta en organización así que, cuando llegó Lestón, todo estaba por hacer: “Sabía, por las imágenes que había visto publicadas, que había que meterse en faena. Aquello no era un archivo, sino un almacén”.
La diferencia, como señala la experta, es el orden, que convierte el espacio en funcional. Antes los casos no estaban clasificados, así que cuando un expediente crecía no se colocaba dentro de una caja, sino que se dejaba al lado, para no perderlo, y acababa acumulando polvo sin que nadie supiera qué era aquel montón de papeles: “Ahora eso ya no es necesario, porque sabemos dónde está cada cosa”.
plan de choque
No fue fácil conseguirlo. “Tuvimos que elaborar un plan de choque”, explica Lestón. Atacaron en dos vertientes: primero, organizar la documentación que había ya en el archivo común, algo que durante años no se había hecho, y segundo, regular las transferencias de documentos de las oficinas judiciales que, como explica la archivera, “estaban colapsadas, porque como no había espacio en el archivo común, no habían podido enviar expedientes”.
Había que optimizar el espacio, y eso es lo que consiguieron las archiveras. Empleando su propia versión del Feng shui, lograron que todos aquellos expedientes que no parecían más que un desperdicio de celulosas tuvieran un orden y un significado. “A medida que llegan los nuevos, se incluye su descripción, de manera que ya no tenían que guardar espacio para posibles crecidas de expedientes y el espacio estaba libre”, revela la experta. Documentación de juzgados unipersonales, de instrucción, de primera instancia, mercantiles y contencioso-administrativos guardan ahora una armonía que envidiaría un maestro zen.
Ahora son cerca de 127.515 expedientes ordenados meticulosamente en novecientas cajas, fácilmente localizables y accesibles y tienen espacio para cinco años más de expedientes judiciales. El problema era que, hasta hace poco, la figura del archivista no existía en el mundo judicial. Nadie, en una profesión que genera toneladas de documentos, parecía haberse dado cuenta de lo práctico que sería contar con gente experta en organización así que, cuando llegó Lestón, todo estaba por hacer: “Sabía, por las imágenes que había visto publicadas, que había que meterse en faena. Aquello no era un archivo, sino un almacén”.
La diferencia, como señala la experta, es el orden, que convierte el espacio en funcional. Antes los casos no estaban clasificados, así que cuando un expediente crecía no se colocaba dentro de una caja, sino que se dejaba al lado, para no perderlo, y acababa acumulando polvo sin que nadie supiera qué era aquel montón de papeles: “Ahora eso ya no es necesario, porque sabemos dónde está cada cosa”.
plan de choque
No fue fácil conseguirlo. “Tuvimos que elaborar un plan de choque”, explica Lestón. Atacaron en dos vertientes: primero, organizar la documentación que había ya en el archivo común, algo que durante años no se había hecho, y segundo, regular las transferencias de documentos de las oficinas judiciales que, como explica la archivera, “estaban colapsadas, porque como no había espacio en el archivo común, no habían podido enviar expedientes”.
Había que optimizar el espacio, y eso es lo que consiguieron las archiveras. Empleando su propia versión del Feng shui, lograron que todos aquellos expedientes que no parecían más que un desperdicio de celulosas tuvieran un orden y un significado. “A medida que llegan los nuevos, se incluye su descripción, de manera que ya no tenían que guardar espacio para posibles crecidas de expedientes y el espacio estaba libre”, revela la experta. Documentación de juzgados unipersonales, de instrucción, de primera instancia, mercantiles y contencioso-administrativos guardan ahora una armonía que envidiaría un maestro zen.
expurgo
Ahora son 629 metros los ganados, y calculan que caben 6.290 cajas más de las que hay en la actualidad, según cifras proporcionadas por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Quizá más, porque hace tiempo que se ha puesto en marcha el expurgo, la destrucción de documentos que no tienen valor jurídico no informativo. “Se empezó el año pasado, con los juicios de faltas”, explica Lestón. Kilos y kilos de papel que no irán a la recicladora, sino que serán destruidos “con su correspondiente certificado”.
Ahora está en marcha la implantación de la administración electrónica y Lestón no sabe cómo afectará a su profesión que cada vez más los expedientes sean archivos digitales. Por el momento, se sienten muy satisfechas del trabajo realizado en el archivo común de los juzgados. Han conseguido imponer el orden en la ley de una forma salomónica, aunque no son las únicas. “El TSXG también tiene una técnica cedida por el Archivo del Reino de Galicia y las cosas como son: le ha quedado un archivo precioso”.
Ahora son 629 metros los ganados, y calculan que caben 6.290 cajas más de las que hay en la actualidad, según cifras proporcionadas por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Quizá más, porque hace tiempo que se ha puesto en marcha el expurgo, la destrucción de documentos que no tienen valor jurídico no informativo. “Se empezó el año pasado, con los juicios de faltas”, explica Lestón. Kilos y kilos de papel que no irán a la recicladora, sino que serán destruidos “con su correspondiente certificado”.
Ahora está en marcha la implantación de la administración electrónica y Lestón no sabe cómo afectará a su profesión que cada vez más los expedientes sean archivos digitales. Por el momento, se sienten muy satisfechas del trabajo realizado en el archivo común de los juzgados. Han conseguido imponer el orden en la ley de una forma salomónica, aunque no son las únicas. “El TSXG también tiene una técnica cedida por el Archivo del Reino de Galicia y las cosas como son: le ha quedado un archivo precioso”.
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