Buenos Aires (AICA): El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, recomendó volver a leer los documentos del Concilio Vaticano II “porque todo el mundo habló o habla del Concilio pero yo no sé quién los leyó y ahora, muchas décadas después, sería bueno volver a leerlos”. Lo dijo durante su reflexión en el programa televisivo “Claves por un Mundo Mejor”, emitido el sábado 2 de julio.
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, recomendó volver a leer los documentos del Concilio Vaticano II “porque todo el mundo habló o habla del Concilio pero yo no sé quién los leyó y ahora, muchas décadas después, sería bueno volver a leerlos”. Lo dijo durante su reflexión en el programa televisivo “Claves por un Mundo Mejor”, emitido el sábado 2 de julio.
Su consejo surgió después de presentar “un planteo que es sumamente teórico pero que tiene consecuencias prácticas inmediatas y sería así: ¿qué es lo sagrado, lo santo, lo sacro?” y explica: “Las palabras son equivalentes. Si uno piensa lo que han estudiado los fenomenólogos de las religiones se observa que este fenómeno de lo santo, lo sagrado, se da en todas las culturas y su significado sería ‘lo separado’, ‘lo distinto’. ¿Lo distinto de qué? Lo distinto de la vida cotidiana, de lo mundano podríamos decir, y es lo que se refiere a Dios”.
También explicó cuáles son las consecuencias prácticas de este plateo teórico: “Está en que las cosas que se refieren a Dios no pueden ser iguales que las de todos los días, por eso tenemos templos que se construyen especialmente para el culto divino y no para otro fin. Y no pienso sólo en la bella catedral de La Plata sino hasta la última capillita que puede haber en la periferia”.
“Así ocurre -ejemplificó- con muchas otras cosas como la música que ponemos en la liturgia. ¿Cualquier música puede ir allí? Debemos decir que no pues el Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, en el capítulo 6, habla de la música sagrada, sacra, y habla de la tradición de la música sacra que no se puede tirar por la ventana como si nada”.
“Quiero decir esto: ustedes ven, por ejemplo, lo que pasa en algunas celebraciones multitudinarias donde se trata de saltar, mover las manos, y uno se pregunta si eso es sagrado. Eso ocurre en actos de otra naturaleza. Creo que habría que pensar mejor todo esto porque tengo la impresión de que se escamotea el sentido del misterio. Si uno no entiende que lo sagrado es algo distinto, se escamotea el sentido del misterio”.
“Hice referencia a la liturgia y piensen en el sacrificio eucarístico. Los misterios que son los sacramentos, los misterios del culto, así los llamaban los Padres de la Iglesia a los sacramentos. Creo que hay que volver a pensar en esto y tiene que ser un pensamiento que se debe convertir en acción, en decisiones. Si creemos verdaderamente que estamos haciendo cosas sagradas, que estamos relacionándonos con Dios y que misterios enormes el Señor ha puesto en nuestras manos eso quiere decir que tenemos que evitar que se entromezcan en ese ámbito lo que no es de ese ámbito, lo que no pertenece a ese ámbito”.
“Esa idea de que lo santo, lo sagrado, es algo distinto, se encuentra en todas las religiones, aun en las más antiguas. Creo que nosotros tenemos que pensar esto”.
Por último, monseñor Aguer señaló que es importante volver a leer la enseñanza del Concilio Vaticano II donde se nos hace ver “que no cualquier música puede entrar en el templo, no cualquier música puede ilustrar los divinos misterios, no cualquier música puede suscitar en los cristianos los sentimientos, los pensamientos, las actitudes propias de un “a vérselas con Dios”. Nada menos que eso, porque lo santo es un “a vérselas con Dios”.
Su consejo surgió después de presentar “un planteo que es sumamente teórico pero que tiene consecuencias prácticas inmediatas y sería así: ¿qué es lo sagrado, lo santo, lo sacro?” y explica: “Las palabras son equivalentes. Si uno piensa lo que han estudiado los fenomenólogos de las religiones se observa que este fenómeno de lo santo, lo sagrado, se da en todas las culturas y su significado sería ‘lo separado’, ‘lo distinto’. ¿Lo distinto de qué? Lo distinto de la vida cotidiana, de lo mundano podríamos decir, y es lo que se refiere a Dios”.
También explicó cuáles son las consecuencias prácticas de este plateo teórico: “Está en que las cosas que se refieren a Dios no pueden ser iguales que las de todos los días, por eso tenemos templos que se construyen especialmente para el culto divino y no para otro fin. Y no pienso sólo en la bella catedral de La Plata sino hasta la última capillita que puede haber en la periferia”.
“Así ocurre -ejemplificó- con muchas otras cosas como la música que ponemos en la liturgia. ¿Cualquier música puede ir allí? Debemos decir que no pues el Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, en el capítulo 6, habla de la música sagrada, sacra, y habla de la tradición de la música sacra que no se puede tirar por la ventana como si nada”.
“Quiero decir esto: ustedes ven, por ejemplo, lo que pasa en algunas celebraciones multitudinarias donde se trata de saltar, mover las manos, y uno se pregunta si eso es sagrado. Eso ocurre en actos de otra naturaleza. Creo que habría que pensar mejor todo esto porque tengo la impresión de que se escamotea el sentido del misterio. Si uno no entiende que lo sagrado es algo distinto, se escamotea el sentido del misterio”.
“Hice referencia a la liturgia y piensen en el sacrificio eucarístico. Los misterios que son los sacramentos, los misterios del culto, así los llamaban los Padres de la Iglesia a los sacramentos. Creo que hay que volver a pensar en esto y tiene que ser un pensamiento que se debe convertir en acción, en decisiones. Si creemos verdaderamente que estamos haciendo cosas sagradas, que estamos relacionándonos con Dios y que misterios enormes el Señor ha puesto en nuestras manos eso quiere decir que tenemos que evitar que se entromezcan en ese ámbito lo que no es de ese ámbito, lo que no pertenece a ese ámbito”.
“Esa idea de que lo santo, lo sagrado, es algo distinto, se encuentra en todas las religiones, aun en las más antiguas. Creo que nosotros tenemos que pensar esto”.
Por último, monseñor Aguer señaló que es importante volver a leer la enseñanza del Concilio Vaticano II donde se nos hace ver “que no cualquier música puede entrar en el templo, no cualquier música puede ilustrar los divinos misterios, no cualquier música puede suscitar en los cristianos los sentimientos, los pensamientos, las actitudes propias de un “a vérselas con Dios”. Nada menos que eso, porque lo santo es un “a vérselas con Dios”.
Fuente: http://www.aica.org/23941-mons-aguer-volver-los-documentos-del-concilio-vaticano-ii.html
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