martes, 8 de septiembre de 2009

¿Tiene futuro el pasado? LOS ARCHIVOS DE CINE AL ENCUENTRO DE LA TECNOLOGÍA DIGITAL

ZINEMA.COM

La dimensión europea de la tecnología digital en la conservación, la restauración y la difusión del patrimonio cinematográfico, -es decir, la necesidad de integrar el factor digital en todos los archivos de Europa -, se halla en el centro de las Jornadas de Estudios Europeos sobre los archivos cinematográficos. Las palabras clave son "patrimonio europeo", "harmonización" y "competitividad en las nueva tecnologías"; cada elemento integra al otro en el marco de una política comunitaria voluntarista para acelerar el movimiento conservando una cohesión europea.
Es obvio que si Europa por un lado y la tecnología digital por otro son dos realidades presentes, estas dos realidades encubren aspectos y situaciones radicalmente heterogéneas, o especialmente relevantes cuya consideración por parte de los responsables de los archivos se sitúa en etapas muy diferentes.
La situación sería más sencilla si sólo se tratase de la heterogeneidad de los archivos y de la complejidad del digital en sus apuestas y técnicas. La duda que arroja qel medio digital es ontológica (quién es, quién quiere ser), estructural (cuál es su objetivo, de qué se trata), estratégica (cuál es su contexto, qué desea conseguir, con qué medios), profesional (con qué apoyos cuenta, qué servicios ofrece y a qué tipo de público). No en vano se ha hablado en estas jornadas de pureza e impureza, de hibridación y recursos, de la necesidad de seriar y de mezclas insalvables.
Tal y como han recordado los participantes en estos encuentros, investigadores del cine, directores de filmotecas y representantes comerciales, la tecnología digital cuestiona las fronteras del cine (film-no film, cine-vídeo, analógico-digital) pero también señala crudamente la distancia entre la concepción cinéfila del cine por una parte (en la "pureza" de los años 20, extensamente elaborada tras la llegada del sonoro, o en los años 50, tras la llegada de la televisión) y las mezclas que necesariamente producen los medios de procesamiento (todos los objetos del cine, incluida la prensa, son digitalizables y lo son conjuntamente), los medios de consulta (ordenador multimedia), y las nuevas asociaciones en producción y distribución entre la película y los objetos de los que se rodea (videojuegos, ediciones en DVD, entrevistas o retransmisiones, sitios web).
A la afirmación cinéfila que sostiene que "el cine es arte y nada más", le responde el murmullo artesanal e industrial de los archivos de producción y de realización; a la afirmación tecnicista que dice que "todo es digitalizable" le sigue a menudo la determinación "hay que digitalizarlo todo" (es el carácter alucinógeno del archivo sin fin, recordado por I. Giannattasio). Frente a esto, las buenas respuestas son siempre preguntas: ¿Qué hay que digitalizar? ¿Para qué?¿Para quién?
La cuestión de la pureza o la impureza del cine ya no es asunto exclusivo de los debates filosóficos porque obliga a políticos y a profesionales a repensar la definición del objeto archivado, el objetivo de su digitalización y las consecuencias prácticas de esas modificaciones de objeto, finalidad y comunicación.
La obligación técnica de sustituir las cintas de video por películas digitales se impone en algunas instituciones públicas. Las definiciones de corpus deben revisarse de arriba abajo, las competencias y los puestos de trabajo deber reorganizarse así como los tipos de consulta de documentos, tanto a distancia como en los mismo centros, en nuevas salas para nuevas prácticas de consulta de películas y de documentos asociados. El problema sigue siendo el mismo aunque la transformación se haga progresivamente o de una sola vez: hay que lograr un nuevo conjunto coherente actuando en etapas sucesivas.
Si el objeto cambia, la institución, sus relaciones exteriores, los servicios que ofrece, el personal y el público deben cambiar. De ahí el regreso a los orígenes: ¿por qué hemos sido creados? Si la respuesta a esta pregunta, como sería por ejemplo programar de otro modo, no se da en función del resto de las cuestiones planteadas, entonces es ilusoria. Pero dado que la creación de las filmotecas es anterior a la del depósito legal (que archiva todo) se llega a la conclusión de que todo este regreso a los orígenes es imposible.
También resultan evidentes las nuevas amenazas que acechan a las mismas filmotecas por parte de la competencia (depósito legal, canales de cine, ediciones en DVD) para ser instrumentalizadas en centro de recursos cuasi gratuitos, o para otorgarles el papel de centro cultural bajo la forma de agradables molinos de viento patrimoniales.
Se puede deducir que no hay que tener prisa para ser moderno. La tecnología digital no es un fin en sí misma en cuanto a los archivos se refiere, sino un formidable desafío para el perímetro del objeto (todo el cine en tanto que actividad económica, artesanal y cultural), la lista de los objetivos fundamentales en un entorno nuevo (consulta a la carta a través de un catálogo mundial), los parámetros de las profesiones (desde las más técnicas a las más defensoras) y la articulación de servicios al público.
Los archivos no pueden continuar siendo una caja negra para expertos, una lata cinéfila, un "colóqueme" del depósito legal: deben abrirse al mundo para ser examinados en las mejores condiciones: películas, no películas, datos sobre el cine y otros tantos caminos. Y parece que el único modo de apropiarse del cambio es aceptarlo, centrándolo en los objetivos informativos y culturales que asumirán el riesgo de la elección, la decisión de ofrecer un mapa o unos menús susceptibles de abrir el apetito de la mirada.
Autor : Marc Vernet (Director de la Biblioteca del Film )Sitio web: www.bifi.fr
Publicación: Cahiers du Cinéma. Número 598 Febrero 2005
Sitio web: www.cahiersducinema,com
Traducción y adaptación: E.B.

FUENTE: www.zinema.com/textos/tienefut.htm

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